
Ya no siento las lágrimas quemándome en el cuerpo.
Tan solo siento las espinas atravesándome
No soy la misma y tú tampoco..
Soy helada como un tempano y fría como tu corazón.
Ya no siento las lágrimas quemándome mi rostro.
Se congelan y se convierten en diamantes de amargura.
No brillan.
Están opacos por el vacio que alberga mi alma.
Diamantes.
Diamantes de pena, diamantes de llanto.
Diamantes,
tan solo diamantes y espinas.