Despierta.
Corre, corre rápido y huye.
Huye de él.
Aquel espíritu impetuoso que te persigue.
Apresúrate que te alcanza, no lo dejes atraparte.
Es mejor que el no te alcance para que así solo tu decidas.
Ese espíritu, aquel que te persigue y de quien huyes es tu destino.
Pero es mejor estar ciegos y buscarlo nosotros por nuestros medios y no que nos encuentre y nos maneje a su voluntad.
viernes, 28 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario